Una pregunta recurrente es: ¿por qué los hombres casados que tienen aventuras nunca dejan a la esposa? (lo hace un muy bajo porcentaje). No es buen negocio.
Una de las respuestas más frecuentes a esta pregunta es que no dejan a la esposa porque la aman y aunque también amen a la su amante, necesitan más a su esposa. Otros dicen no sentir nada por las amantes y ser capaces de desconectar totalmente sus sentimientos al tener sexo con otras mujeres (aun cuando sea muchas veces con la misma). En muchos casos, aunque se enamoren de la amante, ni de chiste consideran la posibilidad de dejar a su familia por “la otra” “la rompe familias” diría la señorita Laura.
Noten que dije a su FAMILIA, porque cuando hay una separación (a diferencia de la mujer) el hombre deja también a sus hijos; deja de vivir bajo el mismo techo que ellos, cosa que les es sumamente difícil y dolorosa. Las mujeres normalmente se quedan con la casa (que en muchos casos compró el marido) y con los hijos. Esa es suficiente razón para que los señores no tengan ganas de divorciarse, por mal que lo pasen con la esposa y bien que lo pasen con la amante.
No suena como buen negocio ¿o si? Con todo su esfuerzo compran una casa, la arreglan, hacen un patrimonio determinado, forman una familia… y luego resulta que porque la esposa se pone media frigidona cuando los niños dan lata, la casa es un desmadre, el marido es desatento y ya no se acuerda ni de su cumpleaños – el encuentra con quien “ponerle” – va a renunciar a todo lo que construyó con tanto trabajo? ¿va a dejar de ver a sus hijos diario, para verlos cada 15 días y turnarse las navidades? ¿va a mantener dos casas (en algunos casos)?
En primer lugar para qué va a renunciar a todo si no tiene que hacerlo, tiene lo mejor de dos mundos, a la esposa (casa, hijos, chance y hasta perro labrador y camioneta) y a la amante ¿para qué escoger?
Por otro lado está el hecho de que el hombre no se siente “socialmente” culpable por tener una o varias aventuras. Después de todo es lo que se espera de ellos. Los hombres son unos cerdos, cierto? Sí, cierto… el punto es que desde niño ha escuchado que su abuelo, tíos, papá, primos amigos, etc. tienen amantes o aventurillas y no es nada del otro mundo –mientras no te cachen-. Ellos no necesitan justificar el tener sexo con una mujer que no es su esposa, tampoco necesitan validarlo diciendo que “se enamoraron” de hecho a los que lo hacen no se les baja de pendejos.
Por otro lado, la mujer si tiene que validar y justificar con quién tiene sexo y lo hace diciéndose a sí misma que es por amor. “Me enamoré, no supe cómo y por eso lo hice…” léase entre líneas: “no soy ninguna puta, solo soy una mujer enamorada.” No, eres una mujer con el el corazón el la vagina, my dear.. Por eso, cuando es la mujer la que tiene al amante, esta sí acaba dejando al marido. Se queda con los hijos, si es ganona también con la casa, la camioneta y el perro labrador y además está enamorada! ¿cómo quedarse con el marido si ya se enamoró de otro?
Entonces, volviendo al punto de ¿por qué los casados no dejan a la esposa por la amante? Estoy segura de que no es porque amen a su esposa, simplemente tienen mucho que perder si deciden irse. Están muy acostumbrados a su esposa (puede que a veces hasta les caiga bien), la necesitan (que no es lo mismo que amarla), a su casa, a sus cosas y sobre todo a sus hijos… que hueva perder todo eso “por unas nalgas” (citando las palabras tan finas que ellos mismos usan) que al convertirse en esposas, se vuelven igual de frígidas, porque esa es la cruda realidad.
Así que mi reina, si estás en una relación eterna con un casado que “ahora si ya va a dejar a su esposa” desde hace años, pero cada vez que lo va a hacer pasa algo que lo impide, es tiempo de que te retires con tus propios honores. Lo más probable es que nunca haya tenido intenciones de dejarla, entonces…. ¿POR QUÉ ME DICE ESOOOOOOOOOO??? –te preguntarás- seguramente porque de una u otra manera lo has presionado, o bien siente que si no te dice eso vas a terminar con él y él, lo que quiere es estar como Pancho Villa (con sus dos viejas a la orilla, solo que a ti te toca la orilla pinche).
Son muy pocos los casos en que eso sucede y no esperes sentada a ser uno de esos casos.
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